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ARTESANIA EN EL PASO: LA SEDA


ARTESANÍA DE EL PASO: LA SEDA

CHARLA DE BRAULIO EN LA III FERIA REGIONAL DE ARTESANÍA DE CANARIAS
DICIEMBRE DE 1987

        Recojo estos aplausos para unirlos a mis primeras palabras que quiero que sean un saludo fraterno para todos estos artesanos y para la isla de Gran Canaria que, en tiempos pasados, tuvo una industria sedera importantísima; y de la cual partieron, en época prehispánica, aquellos mallorquines que, posiblemente, dieron el nombre que lleva, hoy, mi isla, en recuerdo de Palma de Mallorca.

       Y dichas estas palabras a modo de preámbulo, empezamos la charla que hemos titulado: “Artesanía de El Paso: La Seda”.

       En el bosque del Riachuelo, en El Paso, calificado por su belleza como antesala de La Caldera de Taburiente, ese inigualable fenómeno geológico de 28 km de circunferencia al que el gran geólogo alemán, Leopoldo Von Buch, consideró único, en su género, en el mundo, y del que nuestro poeta, Félix Duarte, ha dicho que es la mayor herida de la Tierra.

             Pues bien, en el citado Riachuelo se encuentra la histórica Fuente del Pino donde, el 3 de mayo de 1493, el Adelantado Fernández de Lugo hizo prisionero, valiéndose de una traición incalificable al héroe máximo de los benahoaritas, Tanausú, último jefe de los aborígenes, quedando ese día incorporada La Palma a la corona de Castilla.

            Pasados solamente 45 años de dicha incorporación, tenemos las primeras noticias escritas de la industria de la seda, en nuestra isla, por una real cédula que se conserva en el archivo municipal de Santa Cruz de La Palma, dada por Carlos I y su madre la reina doña Juana, en Toledo, el año 1538, la que dice, entre otras cosas: que en dicha isla se ha comenzado a hacer seda porque la experiencia que de ella se ha hecho era muy buena.

            Según los datos que hemos tenido a nuestro alcance, de las siete islas Canarias, las que se dedicaron a la seda, sólo fueron Gran Canaria, La Palma, Tenerife y la Gomera, pues de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro no tenemos noticias de que existiera la citada artesanía.

             En la primera mitad del siglo XVIII se produjo en todas las islas el auge máximo de la producción de la seda. Por las estadísticas de los telares que había, La Palma debía ser la que producía más seda, ya que sus 3000 telares superaban en número a los de las demás islas unidos, al igual que en el siglo XIX cuando ya la industria sedera está en franca decadencia, hasta el punto que las estadísticas sólo dan una producción para todas las islas de 8255 libras, de cuyo total, se adjudican a La Palma 5077, quedando, por lo tanto, para las demás islas 3208 libras.

  
          A lo largo del siglo XIX la decadencia de esta industria casera fue definitiva, no sólo en Canarias, sino también en la Península, a pesar de todos los esfuerzos y medidas tomadas por autoridades y sociedades económicas del país, pues el avance de las técnicas y la mecanización de las industrias textiles fue la causa principal, como todos sabemos, para terminar con estas pequeñas industrias familiares.

            En nuestra región, solamente en el pueblo de El Paso, se ha conservado esta antigua y tradicional artesanía, que tanto renombre tiene en  la actualidad; en la Península se refugió en Murcia, donde perduró hasta hace pocos años, porque toda la producción era absorbida por el ejército del aire para la confección de paracaídas, debido a su poco peso y gran resistencia, pero al aparecer el nylon con sus fibras de gran resistencia, desapareció la seda; si acaso queda algo, solamente es testimonial. 

         No sabemos, a ciencia cierta, cuales serían las razones para que en este pueblo de El Paso, el más extenso de la isla, con sus 135 km2 en cuyo término está totalmente enclavada la célebre Caldera de Taburiente, se haya conservado hasta nuestros días esta artesanía; lo que si sabemos es que tiene un relieve muy variado y fuerte, sus altitudes sobre el nivel del mar van desde los 350 metros hasta más de los 2000 metros y que se encuentran una gran cantidad de morales, para los biólogos Morus Nigra, desde las zonas más bajas hasta las de 1000 metros de altitud, y que en la primera década de este siglo, según los datos que hemos recogido de las personas más ancianas, todavía había más de 400 telares, puede ser posible que la abundancia de morales con cuyas hojas se alimenta los gusanos, lo apropiado del clima, lo hacendoso de nuestras mujeres y su gran sensibilidad artística, ya que ellas, han sido siempre las que se han dedicado a la crianza de los gusanos y demás labores de la seda, éstas pueden ser algunas de las razones para que esta típica industria haya llegado hasta nuestros días.

        Como dejamos dicho, las mujeres fueron siempre las que se dedicaron a la crianza de los gusanos de seda.

      La semilla o huevecillo eran traídos de Murcia por el Ayuntamiento, era repartida gratis entre las criadoras, que la depositaban en cuevas frescas para que no nacieran los gusanos o “bichos”, como llaman a las orugas, antes que echaran hojas los morales; a estas cuevas se les llamaban moradas; piensen que me estoy refiriendo a una época en que todavía, por estas latitudes no existían frigoríficos. En la actualidad la semilla se trae del Japón.

           Sin embargo, si los morales tenían hoja y los gusanos no habían nacido, las mujeres tenían la costumbre de poner la semilla en una bolsita, que colocaban, por las noche, debajo de la almohada y, durante el día la llevaban en el pecho con el fin de avivar con el calor la eclosión de los huevecillos.

        El gusano o bicho de que nace hasta que construye el capullo tiene una vida de 40 a 45 días; en este periodo de tiempo se duerme 4 veces, y cada sueño dura 24 horas, cambiando la piel cada vez que se despierta, pudiendo llegar a medir hasta 8 cm de largo y aumenta su peso unas 8000 veces. Se crían en panas que se hacen con arcos de madera, poniéndoles el fondo de colmo (paja de centeno) o en cajas donde se les pone la hoja de moral. Tanto las panas como las cajas se les acostumbran limpiar los excrementos y restos de hojas viejas cada vez que se despiertan. Es muy importante que la habitación donde se crían tenga una temperatura de 19 a 25 grados, pues así harán un capullo de mayor tamaño, más duro y, por lo tanto, con más hilo.

           La enfermedad más corriente es que el bicho se pone amarillo, se le engruesan las patas y al tocarlos sueltan un agua amarillenta; al bicho que está en estas condiciones acostumbran llamarlo “lechero” y no sirve para la seda.

          Cuando el bicho ha llegado a loa 40 o 45 días, como antes dejamos dicho, y está con la cabeza levantada, moviéndola de un lado paro otro, se enraman las panas o cajas, poniéndole alrededor de las mismas, bien sujetas, ramas preferentemente, de tomillo o helechera, en forma de cono, con una pequeña puerta para echarle las hojas. Los bichos suben a estas ramas donde construyen el capullo. 

          En la habitación donde se tenían los gusanos acostumbraban quemar romero o tomillo para desinfectar y darles calor en los días fríos. Tampoco permitían fumar, ni personas que tuvieran perfumes fuertes y se cuidaban de abrir una puerta y ventana con mucho cuidado, al objeto de que no les entrase frío o alguna corriente de aire, pues ambas cosas podían perjudicarles.

       El gusano fabrica su capullo dando vueltas al hilo que va soltando por la boca hasta que este queda terminado, lo que sabemos meciéndolo al lado del oído, y así apreciamos si la crisálida ya está desprendida. Se calcula, por las sederas, que un capullo normal tiene de 400 a 500 metros de hilo servible. Hay veces, no muy frecuentes, en que dos gusanos fabrican un solo capullo, trabajando en la misma dirección, o distinta; a estos capullos se les llama “cadarsos”, y no sirven para dar seda.

         Pasados los 20 días de que el gusano ha terminado el capullo hay que ahogarlo para matar la crisálida con el fin de que no salga la mariposa, llamada vulgarmente “barboleto”; este nombre ha calado tanto en el pueblo, que se cuenta que un niño que estaba aprendiendo a leer, por el procedimiento del deletreo, tenía dibujada en el libro una mariposa, y leyó: ma-ri-po-sa, barboleta.

       El ahogado se hace con calor; utilizando para ello varios procedimientos: ponerlos sobre una sábanas para que el sol los caliente, si este es fuerte; ponerlos en un cedazo o cesto sobre un caldero con agua hirviendo para que la crisálida muera con el calor o, también, en un horno con una temperatura adecuada, algo así como para cocer almendrados, etc.

         Algunas personas prefieren sacar la seda en los primeros 20 días de haberse formado el capullo, por temor a no hacer bien el ahogado y perderlo. Como dejamos dicho el ahogado tiene por finalidad impedir que la crisálida se convierta en mariposa para que no agujere el capullo, ya que después de agujerado no sirve.

         En los capullos que se dejan sin “ahogar”, como ya indicamos, la crisálida se convierte en mariposa o barboleto, los cuales a la hora y media o dos horas, de salir del capullo, se emparejan el macho y la hembra, estando en esa forma unas veinte horas, poniendo seguidamente la hembra los huevos, que tarda unos tres o cuatro días en esta operación, muriendo a los ocho. Ni la hembra ni el macho vuelan ni comen; su misión es sólo la reproducción. 

         Cuando en ningún sitio de Canarias, ya se elaboraba la seda, en El Paso, siguieron funcionando los tornos de las sacadoras de seda, y convirtiendo los hilos de los capullos en brillantes madejas que las delicadas manos de nuestras mujeres, transforman en valiosos trajes, camisas, blusas, pañuelos y otras clases de tejido, empleando para ello, los mismos aparatos rudimentarios que en el siglo XVI, y que podemos ver funcionar, hoy, en esta importante III Feria Regional de Artesanía de Canarias.

         “La saca de seda” fue siempre en tiempos pasados, hasta las dos primeras décadas del siglo XX, una fiesta alegre que sirvió de pretexto a nuestros jóvenes para hablar de amores. Los tornos se adornaban con flores y se oía el alegre cascabeleo de los objetos sonoros que se añadían a los carretes de los mismos y los melodiosos y satíricos aires de lima, que cantaban mozos y mozas.

       Estaba dando hebra una muchacha del caserío de la Esquina del Merino y el tornero le cantó:

Las de la Esquina del Merino,
tienen mucha fantasía,
llevan polvos en la cara,
y la barriga vacía.

Ella rápidamente le contestó:

En casa tengo un hermano,
que me va a cavar “jelecho”;*
yo me empolvo con la harina,
y a ti te hecho los afrechos.

       * Según Abreu Galindo los aborígenes hacían gofio con helechos y semillas de amagantes.

        Para obtener cualquier pieza de seda natural, elaborada en El Paso, ésta pasa por unos doce o catorce procesos diferentes, realizados en la misma forma y con los mismos aparatos que, como ya hemos dicho, se hacía en el siglo XVI, y de los cuales no vamos a hablar, ya que los  tenemos a la vista funcionando, dirigidos por las expertas y competentes artesanas, Dª Nieves Jiménez y Dª Bertila Pérez, a quien en gran parte debemos que en la actualidad, esta industria casera se conserve en su estado primitivo sin la menor adulteración.

          En el taller familiar de Dª Bertila, llamado “Doña Maruca”, en honor de su madre, que fue una de las artesanas más famosas de su época, fue  en donde se tejió una camisa para el Rey D. Juan Carlos, cuando era príncipe y un traje para Camilo José Cela. Allí se siguen utilizando los mismos productos naturales que en los tiempos pasados para hacer los tintes que dan el diferente color a la seda, como son la cáscara de almendra, cochinilla, gualda, eucalipto y muchísimos más. En El Paso, posiblemente, lo más usado para teñir haya sido la cáscara de la almendra debido a la abundancia de este fruto.

          Los distintos ayuntamientos de este pueblo, al igual que nuestro Cabildo Insular, siempre se han interesado, en todas las épocas, en conservar la industria sedera en su estado primitivo más puro. Así tenemos, que el año 1927, en la visita que hizo a La Palma el Ministro de Gracia y Justicia, el Excmo. Sr. D. Galo Ponte y Escartín, visitó El Paso el 8 de febrero de ese mismo año, y su alcalde, D. Manuel F. Sosa Taño, preparó, con tal motivo, una exposición en que se veían todos los procesos de la elaboración de la seda. El Ministro quedó tan entusiasmado que ese mismo día firmó una Real Orden creando una estación sericícola; pero a pesar de que el Cabildo y el Ayuntamiento compraron los terrenos para instalarla, ésta no se ha construido; igualmente en distintas épocas se han hecho varias promesas que han quedado totalmente incumplidas.

        Sin embargo, el Ayuntamiento en diferentes años envió a Murcia jóvenes de diferente sexo, unas tres veces, con el fin de enterarse como se hacía la crianza de gusanos de seda y se cultivaban las moreras, en la citada provincia mediterránea. Incluso un año trajo un especialista murciano para efectuar una crianza modelo.

       También, siendo Delegada de Cultura Insular, Dª Miriam Cabrera, persona muy dinámica, que se preocupó mucho por rescatar toda la artesanía palmera desarrollando una labor ingente, a tal fin, organizó unos cursos en El Paso, en colaboración con el Ayuntamiento, de ámbito insular, a los que asistieron bastantes personas de los distintos pueblos de la isla, que aprendieron todos los procesos necesarios para la crianza de los gusanos y la elaboración de la seda.

        Actuaron de profesoras, en los citados cursos, las destacadas artesanas, doña Nieves Jiménez y doña Bertila Pérez, ambas consideradas, como las más competentes profesionales de la seda en la actualidad.

          Nuestro Ayuntamiento siguiendo con su esfuerzo en conservar la artesanía de la seda, encargó al etnógrafo palmero don Talio Noda Gómez un libro donde se recogiera la técnica tradicional en toda su pureza antes de que se perdiera. Este libro, único en su clase, se editó en el año 1985 y de él dice el investigador y profesor universitario don Régulo Pérez, que ha venido a llenar un vacío existente en la artesanía de la seda de El Paso, en La Palma. Posteriormente se han hecho otras publicaciones que tienen el valor de recopilar lo ya hecho.

         La seda de El Paso ha asistido a distintas exposiciones y ferias de artesanía, organizada por la Mancomunidad Provincial de Santa Cruz de Tenerife, con motivo de las Fiestas de Mayo; la seda de El Paso obtuvo el primer premio. En las Fiestas Lustrales, celebradas en honor de la Virgen de Las Nieves, patrona de la isla, en Santa Cruz de La Palma. También ha estado presente en la Feria Ibérico Americana celebrada en Madrid, y en otros muchos lugares de nuestra región.

          Doña Bertila y doña Nieves han obtenido importantes premios, en metálico, del Ministerio de Industria y Energia y de la Consejería del Gobierno de Canarias, por labores de seda teñidas con tintes naturales.

          En el año 1984, el Ministerio de Industria y Energía, consciente de la importancia de esta artesanía, publicó una orden en la que se declara protegida la pequeña industria artesana de la seda.
   Termino esta charla con la esperanza de que esa protección no sea una promesa más, incumplida, y que el pueblo que con tanto celo y fidelidad ha conservado esta pequeña industria de la seda, que recibió en el año 1538, sin adulterar ninguno de sus procedimientos, vea convertida en realidad por el Gobierno Canario aquella otra orden de 8 de febrero de 1927, dada por el Ministro don Galo Ponte y Escartín, creando una escuela de sericicultura en El Paso, pues creemos que esta es la única forma de que no desaparezca nuestra tradicional artesanía de la seda.

   Muchas gracias.